El proyecto Desarrollo Rural Integral para el Fomento de una Paz Sostenible, del Fondo Europeo para la Paz, tiene entre sus ejes el enfoque de género, que propende por la igualdad de derechos. En este proceso, es fundamental educar sobre la economía del cuidado.
Recientemente se desarrolló una escuela de formación interna, en donde las diferentes organizaciones implementadoras dialogaron sobre los enfoques transversales que guiarán el proyecto durante su tiempo de implementación. En la escuela se clarificó que uno de los temas centrales al hablar de desigualdades de género está relacionado con la economía del cuidado, y se avanzó en las siguientes reflexiones:
¿Qué es la economía del cuidado?
- La atención directa (no remunerada y con frecuencia no reconocida socialmente) y el apoyo emocional de personas adultas, mayores, infantes, enfermas o que viven con alguna discapacidad, dependientes y no dependientes.
- El trabajo no remunerado para proveer servicios para la familia tales como cocinar, limpiar, lavar, remendar, arreglar, entre otros.
- El trabajo comunitario no remunerado para el cuidado de personas o grupos ajenos al hogar.
Se trata de un trabajo destinado a mantener el bienestar de las personas, ya que en diversas etapas de la vida todos los seres humanos requieren obligatoriamente ser cuidados, incluyendo las atenciones que requieren las personas adultas no-dependientes. Se desarrolla cotidiana y permanentemente, lo que implica largas jornadas, así como la realización de múltiples tareas simultáneas, profundizando la intensidad de sus impactos sobre la persona cuidadora.
¿Por qué la economía del cuidado es importante al hablar de derechos humanos o de desarrollo?
La división de género en el trabajo del hogar delega el cuidado mayoritariamente en las mujeres, como parte de su rol en la sociedad. Según el DANE, las mujeres destinan más de 7 horas al día al cuidado, mientras que los hombres dedican 3h25min a este trabajo. La brecha aumenta en zonas rurales, donde las mujeres están dedicando casi el triple (8h12min) de tiempo que los hombres campesinos (3h6min). Entre otras razones, esto se debe a que al trabajo dentro del hogar, se suman la atención a los animales de cría y la huerta casera, mientras que se disminuye el acceso a centros de cuidado municipales y redes de acueducto o electrificación directa al hogar, que faciliten el cocinar, lavar o limpiar. Lo anterior amplía las responsabilidades de cuidado para las mujeres campesinas e implica mayor inversión en tiempo, demandando un alto esfuerzo mental y físico.
Participación laboral y ruralidad
Esta dedicación al trabajo de cuidado puede cruzarse con las cifras de participación en el mercado laboral, donde las mujeres apenas llegan al 42,8 % y su tasa de desempleo en Colombia está 5,3 puntos por encima del desempleo de los hombres, según la Escuela Nacional Sindical. La escasez de tiempo de las mujeres cuidadoras, que dificulta su acceso a oportunidades de trabajo remunerado, explica en parte la sobrerrepresentación de las mujeres en los índices de pobreza.
Según cifras del DANE, el 51,7 % de la población rural son mujeres, de las cuales el 41,9 % vive en condiciones de pobreza, frente a un 34, 7% de hombres rurales.
Esta situación condiciona las oportunidades para el desarrollo de un plan de vida autónomo y la toma de elecciones vitales, en lo referente a estudio, participación política, trabajo, control de la natalidad, denuncia de violencias, entre otras. Este año se cumplen 10 años de la promulgación de la ley 1413 de Economía del Cuidado, que crea la base para la medición de la dedicación de mujeres y hombres al trabajo de cuidado cotidiano. Además, establece la inclusión de este factor en las cuentas nacionales, con lo cual se ha podido determinar que la economía del cuidado aporta en un 20 % al PIB, por encima de los aportes realizados por un sector tan reconocido como el de las exportaciones.
Estos cálculos evidencian la intersección entre sociedad patriarcal y sistema capitalista, para este último es funcional mantener a más de la mitad de la población sosteniendo las economías nacionales con trabajo no remunerado, que por su invisibilidad carece de regulación y protección para las personas trabajadoras. Esta situación se agrava y precariza para las poblaciones que se encuentran en situación de vulnerabilidad, en zonas rurales y bajo discriminación, que no cuentan con garantías por la falta de aplicación de las leyes existentes.
El proyecto Desarrollo Rural Integral y su enfoque en la economía del cuidado
Esta ley muestra que en el país se está avanzando en el Reconocimiento, siendo urgente dar el paso hacia la Redistribución y Reducción de impactos exacerbados en personas cuidadoras. El proyecto Desarrollo Rural Integral para el Fomento de una Paz Sostenible ha decidido aportar a esta tarea, al identificar la economía del cuidado como enfoque y parte integral de su acción.
Esto a través de la promoción directa de la Redistribución de las tareas de cuidado y por otro, apoyando a las organizaciones sociales de base en sus estrategias de incidencia por la corresponsabilidad que gobiernos locales y nacional tienen en torno a desarrollar acciones que Reduzcan las dificultades asociadas al cuidar. Lo anterior con la finalidad de aportar a la construcción de una ética del cuidado, que siembre la necesidad de “cuidar-nos” corresponsablemente desde cualquier rol en la sociedad, sea éste el hogar, el mercado, la comunidad o el Estado.