En la Inspección José María, del municipio de Puerto Guzmán en Putumayo, la principal fuente de ingresos es la ganadería bovina doble propósito para producción de leche cruda y transformación en queso y para la venta de animales en píe, caracterizándose por prácticas de manejo extensivo. Las familias ganaderas presentan alta vulnerabilidad social, productiva y económica frente a las amenazas agroclimáticas; específicamente, esta zona se ve afectada por prolongadas lluvias e inundaciones, por eventos de sequía y vientos fuertes. El escaso acceso a formación y asistencia técnica agropecuaria conlleva un manejo de la producción sustentado en conocimientos empíricos, sobre todo en términos de sanidad animal y manejo nutricional. Las consecuencias directas son pérdidas en la producción por malas prácticas productivas, en especial el ordeño, mayor incidencia de plagas y enfermedades, alta presión sobre los recursos naturales, y compactación y disminución de la biodiversidad de microorganismos del suelo, entre otras.
Para fortalecer la resiliencia climática y las capacidades productivas de las familias ganaderas, el proyecto Implementación de acciones para la estabilización económica y social del municipio de Puerto Guzmán inició sus actividades en 2019, trabajando con 136 familias ganaderas para mejorar sus prácticas técnico-pecuarias. Se establecieron cinco fincas piloto de ganadería sostenible como espacios demostrativos de buenas prácticas ambientales bajo sistemas silvopastoriles, invitando al conjunto de familias beneficiarias a participar en actividades y cursos prácticos para fomentar su implementación. En concreto, las temáticas abordadas fueron las siguientes: sanidad, nutrición, genética, control de registros y manejo productivo pecuario. Asimismo, en articulación con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), 17 integrantes de dichas familias se certificaron en mayordomía ganadera.
Como primeros efectos de las acciones desarrolladas se observó un mejoramiento de las prácticas sanitarias en las fincas beneficiarias; ahora las familias establecen planes sanitarios, incluyendo la administración de purgas, vitaminas y vacunas, en función de los ciclos programados por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Comité de Ganaderos, que repercute favorablemente en las condiciones sanitarias del ganado. Se adoptaron prácticas de ordeño más higiénicas que han conllevado a una disminución de más del 90% de la presencia de bacterias en la leche, y a una disminución de los casos de mastitis clínica dentro del hato ganadero, enfermedad que a menudo conlleva a la pérdida de animales.
Uno de los propietarios de las fincas piloto señala que “ahora se hacen cosas más frecuentes como dar vitaminas y hacer desparasitación. Una vaca bien desparasitada es una vaca que tiene menos días abiertos, o sea, que puede llegar a producir un ternero cada año, lo que antes no era el caso. Ahora uno trabaja mejor, hay más futuro.”
Adicional a lo anterior, en las cinco fincas piloto se reconvirtieron un total de 390 hectáreas (el 60% de su superficie), pasando de un sistema productivo extensivo a un modelo de ganadería más sostenible en comparación con los sistemas convencionales de la zona, que incluye la división de potreros con cercas vivas. Además, la siembra de árboles generó sombra, mejorando el bienestar animal y material vegetal para la elaboración de abonos orgánicos para las demás actividades productivas de las familias. Los beneficiarios y beneficiarias coinciden en que las enseñanzas y experiencias prácticas brindadas por el proyecto les han demostrado que se puede sostener una explotación ganadera sin necesidad de deforestar, como lo afirma uno de los beneficiarios del proyecto, “ahora la comida [el pasto] rinde más y tumbamos menos monte”. Se evidencia una disminución de la deforestación y una regeneración sostenible de los ecosistemas alrededor de las fuentes hídricas en las fincas piloto.
La rotación de potreros mejoró el estado y la calidad de los suelos, incrementándose el valor nutricional de los pastos, en especial el porcentaje de carbohidratos asimilables, y en consecuencia la calidad de la alimentación del hato ganadero. Estas mejoras han sido cruciales en los periodos climáticos desfavorables, en los cuales son comunes los problemas de salud del ganado por subalimentación, dada la afectación por estrés hídrico, enfermedades y daños por el pisoteo y la humedad en las pasturas.
“Supieron manejar muy bien las pasturas y los alimentos para el ganado, este año no bajó la producción de leche durante el invierno” dice un funcionario ICA de la inspección José María.
El mejoramiento integral del manejo del hato ganadero derivó en un aumento del rendimiento productivo de las fincas piloto, pasando de un promedio de 0,512 litros diarios por vaca, a predios que producen 1,1 litros diarios por vaca, teniendo máximos de hasta 6 litros. Asimismo, en el caso de los novillos se constata una ganancia de peso diario de entre 0,8 kg y 1 kg por novillo frente a los 0,46 kg diarios registrados antes de la intervención del proyecto.
En definitiva, la experiencia desarrollada en la Inspección San José muestra que la adopción del modelo silvopastoril, combinado con mejores prácticas pecuarias, repercute favorablemente en la resiliencia de las familias ganaderas ante los riesgos agroclimáticos, en la preservación de las fuentes hídricas y una mayor productividad de las fincas.
Esta reseña de caso, que contribuye al Pilar 4 del Fondo Europeo para la Paz: Productividad sostenible e incluyente, fue publicada en el XIV Informe de seguimiento del Fondo Europeo para la Paz (abril – junio de 2022), y refleja algunos de los logros del proyecto Implementación de acciones para la estabilización económica y social del municipio de Puerto Guzmán, Putumayo, ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en consorcio con Acción Contra el Hambre, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados – ACNUR, y la Organización Panamericana de la Salud – OPS. El texto está basado en documentación facilitada por el proyecto y en entrevistas a miembros de su equipo y a actores clave del proceso, algunos de cuyos testimonios se recogen en cursiva.
Sobre el Fondo Europeo para la Paz
El Fondo Europeo para la Paz es un mecanismo de cooperación de la Unión Europea creado para acompañar al gobierno colombiano en la implementación del Acuerdo de Paz, con énfasis en el Punto 1 de Desarrollo Rural Integral y Punto 3 en lo que concierne a la reincorporación de la población excombatiente de las FARC-EP a la vida civil. En el marco del Fondo se han puesto en marcha 31 intervenciones mediante las cuales se pretende contribuir a la reconciliación de la sociedad colombiana, a la reincorporación social y económica de excombatientes, a la equidad de género y la inclusión de sectores vulnerables de la población, al desarrollo rural sostenible e incluyente, y a la presencia legitimadora de Estado y la gobernanza local. La cobertura geográfica de las diferentes acciones del Fondo abarca 26 departamentos y 150 municipios del país.