Caquetá es un corredor biológico de gran importancia en el país, pues conecta dos ecosistemas fundamentales en Colombia: el piedemonte andino y la serranía de Araracuara. En el periodo comprendido entre 2002 y 2021, el departamento perdió 474.000 ha de bosque primario húmedo. La cosecha del fruto de la canangucha (Mauritia flexuosa), realizada bajo un modelo de aprovechamiento sostenible, se presenta como una estrategia válida para generar ganancias económicas y, a la vez, propiciar la conservación y regeneración del ecosistema. Sin embargo, la palma de la canangucha, que se desarrolla en zonas de humedales, es percibida por la mayor parte de las familias ganaderas de la región como un obstáculo para el acceso al agua de su hato. Y las pocas personas que conocen el potencial económico de ese fruto, desconocen las buenas prácticas de aprovechamiento sostenible y los trámites para obtener las licencias ambientales necesarias, cosechándose informalmente y con prácticas artesanales, sin ninguna protección ni medidas de seguridad, y al margen de la regulación ambiental.
La Asociación de Mujeres Rurales de Colombia y Caquetá (ASMUCOCA), creada en 2013 por 180 mujeres pertenecientes en su mayoría al municipio de La Montañita, y dedicada a la producción y comercialización de productos agropecuarios, comienza en 2017 a cosechar de forma artesanal la canangucha en sus fincas para la alimentación de sus animales (aves fundamentalmente). En 2018 el proyecto Territorios Sostenibles Caqueteños para la Paz inició su apoyo a ASMUCOCA, coordinando con la Universidad de la Amazonía un proceso de capacitación y asistencia técnica para el aprovechamiento sostenible de la canangucha y la implementación de parcelas de monitoreo ambiental. También se les apoyó 24 técnica y financieramente para la obtención ante la Corporación para el Desarrollo Sostenible de la Amazonía Colombiana (Corpoamazonía), de la licencia ambiental de aprovechamiento sostenible de 40,2 hectáreas repartidas en cinco fincas. Se llevó a cabo un inventario forestal de las palmas y se capacitó a las integrantes de la organización y a sus familias en el análisis fenológico, permitiéndoles planificar mejor sus cosechas; así mismo, se dotaron las cinco fincas con un sistema de cables y poleas para facilitar y controlar el descenso de los racimos, y a las mujeres de ASMUCOCA se les entregaron equipos de seguridad para evitar accidentes en la cosecha.
Para las integrantes de la asociación y sus vecinos la percepción de los cananguchales cambió. Ya no se consideran palmas entorpecedoras en los abrevaderos de sus hatos, sino un ecosistema con potencial económico a aprovechar de forma sostenible, como lo explica la Presidenta de ASMUCOCA:
“Hace más de cuatro años conocíamos la canangucha como la palma que estaba ahí, que era para talar básicamente. Querían cortarla para dejar su ganado. Y llegó el proyecto a contarnos del tema de la canangucha, nos capacitaron, y ahora le apostamos al aprovechamiento de esta palma”.
La cosecha de canangucha resulta ambientalmente sostenible recolectando solamente el 60% de cada palma y el 70% de cada cananguchal, dejando las palmas y racimos restantes para regeneración natural. Las mujeres de la asociación, conscientes del daño que genera la entrada de los hatos ganaderos en los cananguchales, han encontrado soluciones para llevar el agua a los pastos y así preservar las palmas y sus brotes, como, por ejemplo, con sistemas de mangueras y motobombas. También siguen transmitiendo los aprendizajes sobre buenas prácticas ambientales de aprovechamiento en sus comunidades y con las nuevas integrantes de la organización. En concreto, para afiliarse a la organización se exige la asistencia completa a un curso sobre aprovechamiento sostenible de la canangucha. Gracias a todos esos esfuerzos y cambios en las prácticas, hoy en día se evidencia una renovación del ecosistema en los predios de las integrantes de ASMUCOCA, con nuevos brotes de palma creciendo naturalmente, como señala la Presidenta de la organización:
“Ahora hay plántulas, se ve muy bien que todos estamos cuidando los cananguchales. La gente no quema, no fumiga a los alrededores. Este es el cuidado del medio ambiente. Queremos proteger y seguir protegiendo”, una valoración similar expresa el ingeniero forestal contratado por ASMUCOCA para apoyarlas técnicamente en la obtención de las licencias ambientales y formarlas en buenas prácticas de cosecha “En 2019 habíamos declarado una zona por restaurar, era muy degradada. Este año nos sorprendió que ya se había llenado de brotes de manera natural”.
Gracias a los sistemas de cables instalados en las fincas con los que se controla el descenso de los racimos, se ha logrado optimizar el tiempo de cosecha, mejorar la calidad de la fruta cosechada al evitar que se golpee al caer, y disminuir el riesgo de accidentes y el daño en el resto del ecosistema. Finalmente, el empoderamiento y la visibilidad que ha adquirido ASMUCOCA con esta iniciativa, ha transformado a sus integrantes en protagonistas del desarrollo sostenible de su territorio, compartiendo sus experiencias y lecciones aprendidas con otras asociaciones productivas del territorio interesadas en cosechar la canangucha. Para el futuro, las mujeres de ASMUCOCA quieren ampliar el área de aprovechamiento sostenible cubierto por la actual licencia ambiental, y apostarle al mercado de la alimentación animal.
Los esfuerzos de ASMUCOCA y del proyecto Territorios Caqueteños Sostenibles para la Paz para propiciar una cosecha segura, legal y ambientalmente sostenible, han generado un cambio favorable en la percepción de las comunidades sobre los cananguchales, y han logrado disminuir los daños en el ecosistema y los riesgos para la seguridad de las cosechadoras, fomentándose la conservación de esos humedales.
Esta reseña de caso, que contribuye al Pilar 4 del Fondo Europeo para la Paz: Productividad sostenible e incluyente, fue publicada en el XV Informe de seguimiento del Fondo Europeo para la Paz (abril – junio de 2022), y refleja algunos de los logros del proyecto Territorios Caqueteños Sostenibles para la Paz, ejecutado por el Instituto Marquês de Valle Flôr, en consorcio con la Red de Agencias de Desarrollo Local – Red Adelco. El texto está basado en documentación facilitada por el proyecto y en entrevistas a miembros de su equipo y a actores clave del proceso, algunos de cuyos testimonios se recogen en cursiva.
Sobre el Fondo Europeo para la Paz
El Fondo Europeo para la Paz es un mecanismo de cooperación de la Unión Europea creado para acompañar al gobierno colombiano en la implementación del Acuerdo de Paz, con énfasis en el Punto 1 de Desarrollo Rural Integral y Punto 3 en lo que concierne a la reincorporación de la población excombatiente de las FARC-EP a la vida civil. En el marco del Fondo se han puesto en marcha 31 intervenciones mediante las cuales se pretende contribuir a la reconciliación de la sociedad colombiana, a la reincorporación social y económica de excombatientes, a la equidad de género y la inclusión de sectores vulnerables de la población, al desarrollo rural sostenible e incluyente, y a la presencia legitimadora de Estado y la gobernanza local. La cobertura geográfica de las diferentes acciones del Fondo abarca 26 departamentos y 150 municipios del país.